lunes, 26 de septiembre de 2016

Hojas de Hierba (Walt Whitman, Fragmento)

Todas las verdades aguardan en todas las cosas,
Ni se apresuran ni se demoran,
No precisa el forceps del cirujano,
Para mí lo mínimo no es menos importante que lo demás,
(¿Qué puede ser mayor o menor que un roce?)
Ni la lógica ni los sermones convencen,
La humedad de la noche me penetra con más intensidad.
(Sólo lo que por sí mismo es evidente a cualquier hombre o cualquier mujer, es así,
Sólo es así lo que nadie niega.)
Una gota y un minuto me basta para sosegar mi cerebro.
Creo que los húmedos terrones serán alguna vez amantes y lámparas,
Y que el alimento de un hombre o de una mujer es un compendio de compendios.
Y que lo que atrae y los une es una cumbre y una flor,
Y que se ramificarán infinitamente hasta saberlo todo,
Y hasta que todos nos deleiten y los deleitemos a todos.

Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por la estrellas,
Y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de arena y el huevo del zorzal.
Y que la rana es una obra maestra, digna de las más altas,
Y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo,
Y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máquinas,
Y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a todas las estatuas,
Y que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos.

Las casas y las habitaciones están llenas de fragancia, los armarios cargados de fragancia,
Yo aspiro la fragancia, la reconozco y me gusta,
El aroma me embriagaría, pero no lo permitiré.

El aire no es un aroma, no huele a nada.
Desde el principio ha sido destinado para mi boca, estoy enamorado de él.
Iré a la ribera junto al bosque, me quitaré el disfraz y quedaré desnudo,
Me enloquece el deseo de que el aire toque todo mi cuerpo.
El vaho de mi aliento,
Ecos, ondulaciones, roncos susurros, rías de amaranto, hilo de seda, horca y vid.
Mi respiración y mi inspiración, el latido de mi pecho, el paso de la sangre y del aire por mis
pulmones, el olor de las hojas verdes y de las hojas secas, y de la ribera y de oscuras rocas
marinas, y del heno del granero,
El áspero sonido de las palabras en mi boca que se pierden en los remolinos del viento,
Un beso fugaz, un abrazo, los pechos que se buscan,
El juego de luz y de sombra sobre los árboles y el movimiento de la rama flexible,
El goce de estar solo o en la agitación de las calles, o por los campos o en la ladera de las colinas,
La sensación de la salud, la plenitud del medio día, mi canto al levantarme de la cama y saludar al sol.
¿Has creído que mil hectáreas son muchas? ¿Has creído que la tierra es mucha?
¿Te ha costado tanto aprender a leer?
¿Te enorgullece comprender el sentido de los poemas?
Quédate conmigo este día y esta noche y serás dueño del origen de todos los poemas.
Serás dueño de los bienes de la tierra y del sol (aún quedan millones de soles),
Ya no recibirás de segunda o tercera mano las cosas, ni mirarás por los ojos de los muertos, ni te alimentarás de los espectros de los libros,
Tampoco mirarás por mis ojos, ni aceptarás lo que te digo,
Oirás lo que te llega de todos lados y lo tamizarás.

He oído lo que hablaban los habladores, la fábula del principio y del fin,
Pero yo no hablo ni del principio ni del fin.
Nunca hubo más principio que ahora,
Ni más juventud ni vejes que ahora,
Ni habrá más perfección que ahora,
Ni más infierno ni cielo que ahora.
Impulso, impulso, impulso,
Siempre el impulso, generador del mundo.
De la penumbra surgen iguales elementos contrarios siempre la sustancia y el crecimiento, siempre el sexo,
Siempre un tejido de identidades, siempre lo diferente,
Siempre la vida que se engendra.
De nada sirve elaborar; los doctos y los ignorantes lo saben.
Seguros como la certidumbre más firme, seguros y afianzados, inconmovibles, cimentados y estables,
Fuertes como un caballo, afectuosos, soberbios, eléctricos,
Yo y este misterio nos enfrentamos aquí.
Dulce y límpida mi alma, límpido y dulce todo lo que no es mi alma.

Decirte pan (Antonio Calera-Grobet)

Yo solo quiero decirte algo
y eso que quiero decirte es pájaro.
Pájaro cabeza roja y que te prendas de un bello cardenal,
posado en una reja rota, en una casona de Nueva Orleans.
Decirte máquina y que se levante un ferrocarril de la nada,
 bufando con frenesí, tras su humareda blanca.
 Decirte piñata y que vieras a los críos dando de palos,
Caer cañas y cacahuates, jícamas y tejocotes,
como  seguro añoraste en alguno de tus cumpleaños.
Decirte samba y que te sientas como una palmera de fresca,
meciéndote a toda calma en una alberca,
Dando largos sorbos a tu coco con ginebra.
Decirte marquesote y que bajara la miel a tapizar tu garganta,
tan dulce como un elote, como un campo que se derrama.
Decirte también banderilla y decirte luego cáspita,
solo para ver qué pasa, si sacan chispas entre ambas.
Decirte bombón porque suena un poco a trombón,
decirte seguido barlovento o churumbel,
algo así como palimpsesto o ciempiés.  
decirte gracias y decirte cascada,
para echar abajo falacias y clavarnos al agua,
sentir que va bien la vida y no cederemos.
por cosa malsana o cáscara de malilla.
Decirte cualquier cosa como palíndromo, bruma o pasiflora
o cosas desastrosas como sándalo de penumbra, jacaranda sin sombra.
Decirte anhelo de sangre y cielo abierto,
decirte cuerpo y sabana, piernas y baba,
decirte planisferio, mapa, rosa náutica.
Decirte no sin pudor titipuchal de tragaldabas, ático de cachivaches,
Abecedario de pantuflas con máscaras.
Decirte trompo y mecedora, xilófono y podadora,
y crear así una obra maestra que nos destruya la cabeza.
Decir huateque y machincuepa con la misma idea,
o bien tejemaneje y jugarreta,
pegar salsifíes con maravedíes, pegar doquier con chifonier,
 y que todo enloquezca en un santiamén.
decirte cosas de pompa como Mahabarata, Constantinopla o Ramayana,
o cosas de menos garbo como chango, cucurucho o guachinango.
Decirte cosas graves como diluvio, pirámide o era, disturbio, catástrofe o pantera,
a ver si así se nos muestra la historia con su cara verdadera.
En fin, que yo solo quiero decirte algo y eso que quiero decirte es pájaro.
Pájaro amarillo con azul y verde que también dice loro,
Decirte garganta, pecho y lágrimas, que son palabras que pesan sobre mi lomo.
Decirte velas, ansias y venas, y decirte luego casi enfermo,
voltea para verme de cuerpo entero.
En fin, que eso es lo que te digo,
eso es lo que he querido decirte casi como un hechizo,
como decir sol, decir lluvia, decir corrijo:
porque yo no quiero decir lluvia sino hacer llover,
y con esa lluvia limpiar tu cara,
cuando quieras salir de ti misma, de tu casa,
a decirme ven conmigo, que tengo ganas de correr.